Gamificación, aprendizaje y diversión para adquirir y asentar conocimientos
Desde la infancia el ser humano ha buscado formas de diversión, juegos o hobbies con los que pasar un rato agradable. Existen personas apasionadas con su trabajo, para ellas realizar sus tareas es sinónimo de diversión, esto les convierte en trabajadores eficientes con gran interés por aprender.
Se ha demostrado que el lema “Si la lección es divertida nunca se olvida” es una realidad. Enfocar el aprendizaje desde la diversión aporta resultados muy positivos, por este motivo la gamificación se está haciendo un hueco en el sector pedagógico. Se trata incorporar al proceso de aprendizaje los mecanismos que siguen los juegos de mesa o de ordenador. Esto ayuda a dinamizar la enseñanza y fomenta valores como el trabajo en equipo.
Adaptación del “cono del aprendizaje” de Edgar Dale
El pedagogo estadounidense Edgar Dale fue el creador del “cono del aprendizaje”, a través de esta figura muestra de forma escalonada las experiencias de aprendizaje que quedan fijadas con más fuerza en la mente humana.
Este cono muestra que las situaciones reales que vive el ser humano quedan grabdas en su mente, sobre todo si el sujeto es activo y se enfrenta a simulaciones reales. En este contexto la gamificación juega un papel fundamental ya que obliga al receptor a formar parte del proceso de generación y fijación del conocimiento.
El juego ayuda a recibir y seleccionar información, a memorizar instrucciones y a interactuar con compañeros, también adquiere mucho peso el aspecto motivacional, el objetivo de cumplir un reto para ganar. Además, el hecho de que sea entretenido fomenta la participación.
La gamifiacación también es una representación gráfica de la máxima Aprender haciendo. Ser parte de la experiencia a la vez que se compite fomenta la puesta en práctica de aspectos como la empatía, la adquisición de riesgos, la intuición o la toma de decisiones. Un ambiente lúdico incita a experimentar y poner en práctica. Aunque el docente debe reforzar elementos como el aprendizaje de los errores.
Formas de poner en práctica la gamificación
Para que la gamificación sea efectiva se deben llevar a cabo algunas técnicas que fomenten el aprendizaje, siempre es recomendable que estas sean supervisadas por el docente.
La primera técnica destacada es “la mecánica”, consiste en crear dinámicas que hagan visible el progreso que se experimenta durante la actividad. Para esto se emplean medallas, emblemas o clasificaciones. En segundo lugar se sitúa “la dinámica” que tiene como objetivo lograr que el participante se identifique con el contenido y los objetivos del juego. Y finalmente “la estética” que se basa en crear un diseño atractivo, basado en la experiencia del usuario y con unas reglas que sean fáciles de comprender y asimilar.
El avance de esta técnica pedagógica ha traído consigo una serie de herramientas de fácil aplicación y que son muy útiles para docentes que están empezando a aplicar la gamificación.
Un ejemplo podría ser “Open Badges”, se trata de una iniciativa de la fundación Mozilla que se basa en reconocer mediante distintos tipos de insignias los conocimientos que adquiere el participante en cada momento o situación, actualmente es gratuita. Otra herramienta es el “Model Canva” aplicado a la gamificación, estos paneles ayudan a diseñar estrategias y ordenar los objetivos a cumplir.
A nivel virtual destacan “Socrative” y “Goalbook Pathways”, la primera permite al docente crear juegos educativos en dispositivos móviles, la segunda ayuda a diseñar el propio juego. Por último, un clásico, el “Juego de mesa” fácil de crear, con reglas sencillas y con una aplicación práctica directa que incluye a profesores y alumnos.
El valor del momento actual
El un mundo cada vez más competitivo en el que la efectividad es esencial, las empresas buscan nuevas fórmulas para mantener a sus trabajadores satisfechos y a pleno rendimiento. Entre estas prácticas se ha colado el “Mindfulness” una disciplina procedente de Asia parecida a la meditación y que tiene como objetivo despejar la mente, relajar la conciencia y ordenar los pensamientos.
El mindfulness se ha hecho hueco entre los estudios psicológicos y médicos europeos, estos han demostrado que puede ser muy útil para relajar al paciente y tratar dolencias como el dolor crónico, reducir la ansiedad y el estrés y mejorar la memoria y la capacidad de concentración. Bajo este contexto se ha llegado a la conclusión de que puede resultar muy efectivo para mejorar el rendimiento laboral.
Una de las bases de este movimiento es dotar a la persona del valor del “Aquí y ahora”, ayuda a vaciar el cerebro de preocupaciones que generan estrés y desconcierto, despejando la mente para sacar el máximo provecho del momento presente.
Todo esto provoca que el trabajador o empresario sea más creativo y se encuentre en un estado de equilibro a la hora de desarrollar sus tareas, además, este ejercicio también es extensible a la vida personal. Empresas como Google han detectado que en un entorno positivo y despejado el rendimiento es mayor. De hecho, el buscador gigante ha incorporado el curso para empleados de “Busca en tu interior” y empresas como San Miguel han comenzado a ponerlo en práctica.
Cuándo y cómo practicar el Mindfulness
En líneas generales se recomienda que se practique durante media hora al día. Al principio se deben realizar sesiones cortas de 10 minutos para adaptar la mente a nuevas sensaciones y entrenarla para mejorar la ejecución de estos ejercicios. No es positivo estar más tiempo del debido ya que esto puede provocar frustración y agotamiento.
Se debe realizar en lugares silenciosos a una temperatura adecuada y con música relajante que se reproduzca en ciclos repetitivos. La ropa debe ser cómoda y si existe la posibilidad se recomienda practicarlo descalzo.
La postura es el principal elemento que se debe cuidar, la espalda debe permanecer recta para facilitar la respiración y es recomendable utilizar un cojín para estar lo más cómodos posibles, los brazos deben estar relajados, sueltos, o colocados encima de las caderas. La clave es no sentir presión.